Un muerto y nueve heridos durante marcha por menores asesinados en Nicaragua

Al menos un muerto y nueve heridos, entre ellos uno de gravedad, dejó este sábado la denominada “Marcha de las Flores” que se realizó en Managua en memoria de los menores que han sido asesinados durante la crisis sociopolítica que atraviesa Nicaragua.

La víctima fue identificada como Luis Manuel Ortíz Martínez, de 23 años, quien falleció tras un nuevo ataque ocurrido cerca de la rotonda Jean Paul Genie, en el sureste de Managua, donde culminó la marcha que se realizó en homenaje a la veintena de menores de edad que han sido asesinados en el marco de las protestas contra el Gobierno de Daniel Ortega.
Testigos del tiroteo afirmaron que el ataque fue perpetrado por un grupo de hombres encapuchados que estaban escondidos en una propiedad privada que había sido invadida en la víspera por unos 20 sujetos fuertemente armados, según información de la agencia de noticias EFE.
Mientras se desarrollaba la marcha, un joven que se encontraba atrincherado en la estatal Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua) fue herido de un disparo en la cabeza y su estado es crítico, según informaron manifestantes “autoconvocados”.
“Paramilitares rafaguearon (dispararon) las trincheras de la UNAN-Managua y uno de los disparos dio directo en la cabeza de uno de los jóvenes”, según la Coordinadora Universitaria por la Democracia y la Justicia, que aglutina a estudiantes de siete universidades del país.
Minutos después y a poca distancia de la UNAN-Managua ocurrió el otro ataque que dejó un saldo de al menos un muerto y ocho heridos, según los organizadores de la marcha.
En la marcha, que hasta ese momento había transcurrido sin incidentes, se vieron banderas de Nicaragua, cruces, flores y el negro de los crespones en señal de luto por los más de 285 asesinados, sobre todo de los 20 niños y adolescentes caídos durante las jornadas de protestas en diferentes ciudades del país.
La “Marcha de las Flores”, que movilizó a miles de ciudadanos en la capital, arrancó con las ya habituales consignas en pro de la paz y la justicia para Nicaragua.
Niños, ancianos, jóvenes de toda condición, estudiantes, madres que perdieron a sus hijos durante las protestas, vástagos que perdieron a sus padres, organizaciones de derechos humanos y ciudadanos en general salieron a las calles a pedir la renuncia inmediata del presidente Ortega y de todo el equipo de Gobierno.
Después del ataque a la “Marcha de las Flores”, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) urgió enfáticamente al Estado de Nicaragua a garantizar la vida e integridad de todos los manifestantes.
Según el cardenal nicaragüense, Leopoldo Brenes, el papa Francisco está “preocupado” por la “dolorosa” crisis sociopolítica de Nicaragua y animó a la Iglesia a impulsar el diálogo.
El purpurado nicaragüense y el obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, mantuvieron este sábado un encuentro “muy amistoso” con el papa Francisco en el Vaticano y le trasladaron la situación que atraviesa Nicaragua desde las protestas del pasado 18 de abril.
Brenes, también arzobispo de Managua, dijo a Acan-Efe que el papa está “muy bien informado” sobre la situación, por lo que no le han entregado ningún documento al respecto, y ha expresado su cercanía.
El cardenal Brenes señaló que la situación “es bastante dolorosa” por la cantidad de muertos, “heridos o desaparecidos”, así como los grupos que permanecen encarcelados.
Además, hoy fueron liberadas 10 personas, en su mayoría jóvenes, gracias a la mediación del Episcopado, y el acompañamiento de la CIDH.
Los detenidos, nueve hombres y una mujer, estaban recluidos en la Dirección de Auxilio Judicial, conocida como “El Chipote” y como un lugar de torturas, dijo el sacerdote Carlos Avilés, delegado por el Episcopado para la liberación de los jóvenes, que acudió al lugar con miembros de la CIDH.
La Conferencia Episcopal de Nicaragua, que ha mediado en la liberación de algunos jóvenes detenidos tras las propuestas, ha propuesto a Ortega adelantar las elecciones generales para el 29 de marzo de 2019 sin posibilidad de reelección para superar la crisis.
Nicaragua atraviesa desde hace más de dos meses la crisis más sangrienta desde 1980, también con Ortega como presidente y que ha dejado al menos 285 muertos, incluidos 20 menores de edad, según cifras de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH).
Las protestas contra el Gobierno comenzaron por unas fallidas reformas a la seguridad social y se convirtieron en un reclamo que pide la renuncia del mandatario, tras once años consecutivos en el poder, con acusaciones de abuso y corrupción en su contra.









Sería cándido suponer que Daniel Ortega aún guarda las mínimas pretensiones democráticas. (Wikimedia)

Daniel Ortega confirma quién es. Reserva su puesto, de una, en el estrado más oscuro de la historia contemporánea de la región

Una de las últimas víctimas de la represión del régimen de Daniel Ortega, fue un niño de un poco más de un año. Al respecto, el reconocido periodista y escritor cubano, Carlos Alberto Montaner, dijo: “El asesinato de un bebé de 14 meses fue la gota que colmó la copa nica. O Daniel Ortega y su mujer aceptan adelantar elecciones en marzo y se largan con sus millones a otra parte, o serán derrocados o pueden terminar como el matrimonio Ceausescu en Rumanía”.
Montaner hace referencia al régimen dictatorial comunista de finales de los años ochenta en la península balcánica. Y se trata de una comparación sumamente sensata. Con una advertencia, además: Ceausescu terminó juzgado, luego de su derrocamiento, por un tribunal militar. Lo acusaron por genocidio, subversión del Estado contra la sociedad, destrucción de la economía, del patrimonio nacional y de desfalco. Siendo culpable, lo ejecutaron a él y a su esposa, Elena Ceausescu, la Rosario Murillo de Rumanía
Que la pareja Ortega termine como los dictadores comunistas europeos, depende, como muy bien dice Carlos Alberto Montaner, de ellos. No obstante, parece no existir ningún indicio de querer eludir la dramática y letal conclusión.
Frente a una de las exposiciones de coraje más inmensas de la región, con cientos de miles de jóvenes en las calles, de pie ante el autoritarismo y el desgaste de una nación, Daniel Ortega respondió de forma implacable y cruel. Recordando a quien dudara que seguía siendo aquel comunista de finales de la década de los ochenta, cuando su Gobierno se empecinó en ahogar a un país, someterlo al desastre y entregarlo, asimismo, el proyecto pérfido de expansión del comunismo de Fidel Castro.
Las manifestaciones pacíficas de los últimos meses en Nicaragua tuvieron que confrontar a un Estado peligroso con una inmensa avidez de sangre. Inédita e insólita hasta el punto en el que el otro gran homicida de la región, el venezolano Nicolás Maduro, pareciera quedar reducido.
Son incontables las masacres y los dantescos resultados de las expediciones de los denominados «Escuadrones de la muerte» y otros cuerpos paramilitares del régimen sandinista. Los crímenes, atroces. Incineraciones, familias enteras atacadas y ciudades dignas y baluartes de valores, asediadas hasta la ruina.
Llama la atención la quema de dos niños, de los asesinados por francotiradores, las torturas y las detenciones. “Ante este panorama, mi mente y mi corazón inmediatamente pensó y contempló el panorama histórica que nos está tocando vivir y me pregunté: ¿cuántos niños han muerto en estos días? ¿cuántos niños han sido sacrificados en estas semanas? ¿cuántos niños han sido asesinados durante estos dos meses?”, se preguntó este 24 de junio el obispo nicaragüense, Rolando Álvarez.
La respuesta, según el medio El Nuevo Diario: 12 niños han sido asesinados, al menos, durante esta terrible crisis política en Nicaragua. Son muertes atribuibles a la policía y a los miembros paramilitares del sandinismo. Se les llama «Fuerzas combinadas» porque actúan en conjunto.
Son individuos que se suman a los más de 210 asesinados, de acuerdo con las últimas estimaciones. Y a estas lamentables muertes, se debe añadir, también, la del bebé de un año y dos meses que asesinó la policía en un barrio de Managua. Una ejecución que debería servir como punto de quiebre.
Es cándido sugerir que el régimen de Daniel Ortega aún pudiera tener pretensiones democráticas. Ha asesinado, de una forma sin precedente, a la disidencia. De ahí a secuestrar la democracia, el camino es corto.
Ha formalizado su papel de tirano latinoamericano. Y ya hay que llamarlo así. De esos que les encanta la sangre y el poder. De esos que prefieren ir raptando vidas, así sea de niños, antes que ceder en su altivez dictatorial. Ya, afortunadamente, las dudas en torno a su figura se están despejando.
Daniel Ortega confirma quién es. Reserva su puesto, de una, en el estrado más oscuro de la historia contemporánea. Quedará como un dictador peligroso y letal. Y deberá quedar, también, como «el carnicero» de Nicaragua. Una credencial exclusiva que debería compartir con «el carnicero» venezolano.

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